lunes, 5 de agosto de 2013

RELATORÍA COMUNICACIÓN Y CULTURA, ZYGMUNT BAUMAN, EMANCIPACIÓN E INDIVIDUALIDAD, MODERNIDAD LÍQUIDA





Zygmunt Bauman en estos dos capítulos de su libro Modernidad liquida nos orienta hacia el mundo moderno como desecho de todas la instituciones públicas, firme y duraderas que podríamos considerar sólidas, llegando de modo a lo liquido y fluido que destruye barreras y vínculos, y convierte la realidad en algo fluido que cae constantemente en la incertidumbre.

Los hombres como seres históricos somos rupturas, pasados, presentes y futuros, de modo que somos un constructo de transformaciones constantes que no permiten la estabilidad de nuestra estructura psíquica, con la entrada a la modernidad, según Bauman hoy nos desplazamos hacia la privatización, para asegurar la ‘libertad’, que no es más que la individualización, romper los vínculos y creer que la libertad es desvinculación , por miedo a los rompimientos, pues la relaciones con otros nos pueden signar. La modernidad configura nuevas estructuras que se alejan totalmente de la construcción que por siglos ha regido la estabilidad de sociedades, llegando al umbral de lo desconocido y el constante miedo
La diferencia social en la antigüedad no era lo que definía la lucha de clases, ni tampoco el valor del hombre, el modelo de vida griego no era el consumo, ni la apropiación, era el rescate y la jerarquización de los valores públicos, lo cual estaba bien establecido, en la actualidad, lo económico delimita nuestra vida.

El capitalismo que abarca todo el globo, no tiene fronteras, el capitalismo global y el individuo aislado; el individuo aunque cuenta con una libertad aparente no puede escaparse del sistema, por lo tanto su raciocinio va en decadencia, el sistema actual se aparta de lo que es verdaderamente política  y es moldeado por intereses particulares, convirtiendo así a el individuo en mercancía, y estas presiones no pueden ser liberadas por la ausencia de instituciones fijas que comprometan la expresión humana de una manera sólida creando vínculos y delimitando fronteras.

Las instituciones sólidas buscaban la protección de intereses y destino común, siempre regido por un orden que permite estructurar el poder para, de alguna forma organizar los intereses, pero se han dejado de lado estas importantes bases para solamente entrar en el juego de poder al que estamos sometidos, el poder busca mantenerse de cualquier forma de modo que el gobernante debe de conocer muy bien su profesión y dejar de lado, la ingenuidad, pues todas aquellas prácticas públicas han migrado hacia el mercado, de modo que nos hemos convertido en un títeres que funcionamos a merced de las apariencias, por esto el rol del ciudadano actual involucra el uso constante de máscaras, nunca nos quitamos la máscara simplemente la cambiamos por otra como si fuera un juego, sin obtener una identidad propia.

La privatización nos ha invadido hasta el punto de aislar nuestras mentes del ámbito público y seguir la rutina común que nos ha impuesto el medio en el que vivimos, somos seres gobernados, que sentimos tener libertad pero que no nos escapamos del sistema por miedo a ser expulsados de lo que consideramos sociedad. De modo que el hombre actual se limita a encontrarse perdido, y seguir las orientaciones de un líder, sin tomar en cuenta su propia identidad, pues teme a pensar.
Ya no producimos opinión, si no que por el contrario la consumimos, perdiendo el aura de la singularidad, y ser representados en números, o un estándar, sin la conclusión verdadera que abarca el se.

El miedo es manipula nuestro pensamiento, convirtiéndonos en seres aislados que no son capaces de escapar de una estructura capitalista que nos comprende como objetos, parte del mercado, el que domina el capital tiene el poder, distinto a lo que es política, que en la modernidad es  un espacio físico y geográfico, que no ejerce funciones significativas, el poder  es capaz de determinar el alcance de las elecciones prácticas.












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